7.11.12

Caifanes: 26 de Octubre 2012

Recuerdo mi niñez en los ochenta creciendo con la idea de que toda la música latina se reducía a lo que salía en “Siempre en Domingo” (ó “Siempre lo Mismo” como dice mi hermana) y lo que comercializaban los medios mexicanos que a su antojo vendían al “artista del momento”; aquella tu actriz estirada de telenovela (con peinado de leona en resaca) o grupito de quinta que a puro “playback” arrancaban los aplausos secos de un público tan aburrido como los artistas que admiraban.

Entonces aparecieron (como si de la nada) los Caifanes, un quinteto de melenudos con un sonido neo gótico, neo alternativo que parecían  salidos de la cueva  de los anti sociales y drogos.  Eran los “raros” que nadie quería poner en un escenario: “Aquí vendemos discos y no ataúdes” cuenta el bajista Sabo Romo que les dijeron  en su primera audiencia con una gran disquera. Los Caifanes rompieron esquemas y conectaron con una legión de jóvenes cansados de no identificarse con lo que veían en las pantallas de “Tenebrisa”. Y se metieron (inteligente mente) en la consciencia masiva gracias a su interpretación de la “Negra Tomasa” haya por 1986. Lo que vino después, fueron cuatro discos cargados del mejor rock latino que nuestros vírgenes oídos escucharían hasta la ruptura del grupo en 1997.

Su presentación entonces  el pasado 26 de Octubre en Ciudad de Guatemala cargaba un peso histórico que obligaba a asistir dado el hecho que venían después de reunirse en 2011 y por supuesto, para escuchar esas rolas tan míticas y tan “Caifanescas”. Saul Hernandez, Alejandro Markovich, Sabo Romo, Diego Herrera y Alfonso Andre nos tenían una deuda a todos los fanáticos guatemaltecos que por años soñamos no solo con verlos reunidos  sino tocando en tierras mayas. El resultado fue entonces una noche muy especial que se pinto de sonidos y letras del mejor rock azteca. Añejado, destilado y con sabor a Caifanes.

Quede maravillado desde el inicio a las 10 en punto de la noche cuando aparece el tecladista Diego Herrera en el escenario. Aplausos, luces y los primeros acordes de “Viento” estallan por todo el recinto revelando a los cinco Caifanes en el escenario. La gente se vuelve loca (y yo más!). La voz de Saul Hernandez no se distingue durante las primeras dos canciones pero el error es corregido y el desfile de perlas continua: “Para que no digas que no pienso en ti”, “Miércoles de Ceniza”, “Aquí No es Asi”, “Miedo” entre otras.  “Los aplausos no son para nosotros, son para ti” dice el siempre carismático Saul entre canciones.  Una dedicatoria a las víctimas de Totonicapán en “Ayer Me Dijo un Ave” divide al público en aplausos de algunos y silencio incomodo por parte de otros (a los chapines no les gusta que les mezclen su rock con su política, pensé).


El sonido es claro y envolvente (a pesar de la mala acústica del recinto Mundo E), Markovich y sus riffs le dan ese toque magico a cada canción, magia  que al unirse a los demás músicos invocan dioses de fuego, tierras y templos ocultos. Siguen otras que estallan como manada de pájaros negros: “Mátenme Porque me Muero”,  “Piedra” por dar un ejemplo. Aquí no se queda ninguna rola afuera: “Cuéntame Tu Vida”, “Perdí Mi Ojo de Venado” (tocada de forma frenética para darle un push muy especial) y por supuesto la clásica “Los Dioses Ocultos” provocan aplausos y coreadas colectivas. 



Caifanes deslumbra y emociona a su público pero ante todo lo hace recordar. Pienso en décadas pasadas, en mi adolescencia, en ir a toques y caminar por las calles del centro histórico; en fin, me transporto con la música. El encore  final completa el circulo con cinco rolas magnificas: “Amanece” que me impulsa a meterme al mosh pit con su nunca nadie me podrá parar del coro. “Afuera” suena como una especie de rito, creciendo poco a poco en su parte final para causar éxtasis entre los bailarines alrededor de la fogata sonica de sus coros.  “La Celula Que Explota” y por supuesto “No Dejes Que” y la “Negra Tomasa” cierran el concierto.  En total, casi 2 horas y media de música. Un setlist que no puede ser más completo ante un público escaso (el precio de la entradas fue alto y la promoción del show muy tardía).

Caifanes deja buen sabor de boca. Ojala no sea la última vez que los veamos. Bajo una noche donde todos quisimos que el tiempo se detuviera muchos años. (Francisco Valdés)

Fotos tomadas por El Circo del Rock: www.elcircodelrock.com



2 comentarios:

  1. buenísimo... yo me lo perdí

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  2. Yo a Caifanes le perdi el gusto cuando se volvieron Jaguares y después les fui perdiendo el interes, creo que prefiero quedarme con aquel sonido y frescura visual que latia en videos como Afuera y No Dejes que.

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